La afición local se desesperó por la actuación permisiva del colegiado
El Metelinense perdió ante el Entrerríos por 2-3. Primera derrota en casa del conjunto entrenado por Toni Nieto en un partido de los que ‘no’ hacen afición. La hinchada local acabó desesperada por la permisividad del colegiado.
Cuando un partido de fútbol no es entretenimiento y diversión, sino anti-fútbol, ya no es un espectáculo deportivo, sino que puede acabar en otro tipo de espectáculo, tan lamentable como el que más y por supuesto injustificable. Los que mandan en esto del fútbol y sus prolongaciones en el campo, los árbitros, tienen que administrar justicia. Pero vayamos por partes.
El Metelinense afrontaba este partido con la vitola de no haber perdido en casa, tres victorias y un empate. Enfrente un Entrerríos que está haciendo una buena campaña y se ha plantado en posiciones altas de la tabla.
El partido comenzó con susto para los visitantes, pues a los cinco minutos Chique estuvo a punto de marcar el primero para el Metelinense en una vaselina. Quedó en eso, pues si por algo se definió la primera media hora de juego fue por un conjunto visitante mejor plantado sobre el césped, en buena parte también con la colaboración del viento, que hacía muy difícil la creación local.
Fruto de ese mejor estar sobre el césped llegó el 0-1 en el minuto 13 al aprovechar Enrique un rechace del Metelinense para fusilar a Molina. Poco a poco el Metelinense empezó a adueñarse del centro del campo y a enviar balones peligrosos a la espalda de la zaga Del Entrerríos. Así, en el minuto 27 llegaba el empate a 1. Roberto batía por bajo muy bien al cancerbero Alberto.
Sobre el 39 de la primera mitad, el Metelinense conseguía lo más difícil, dar la vuelta a un marcador adverso con el viento en contra. Fue gracias a una genialidad de Chique, que, como el más listo de la clase, robó la cartera a la defensa y al guardameta del Entrerríos metiendo el pie en un balón imposible y elevando el 2-1 al marcador.
El primer tiempo concluía con un paradón de Molina al trallazo del corpulento Rafa, uno de los más activos del Entrerríos. En el segundo tiempo cambió la decoración. Parecía que el Metelinense, con el viento ahora a favor, iba a mantener la renta, pero todo lo contrario. Fue el Entrerríos el que estuvo más acertado. En el minuto 68, una jugada un tanto absurda deparó una mano local con el consiguiente penalty que transformaría Rafa en el 2-2.
A renglón seguido vino la expulsión del capitán metelinense Luis, que dejaba a los locales con uno menos. Y siete minutos más tarde era el propio Rafa, que acabó siendo el jugador determinante del encuentro, el que aprovechaba una falta de entendimiento local para anotar el 2-3.
En los quince últimos minutos apenas se jugó. El Metelinense lo intentó con uno menos, pero enfrente tenía a un Entrerríos que utilizó las armas a su alcance para matar el partido a base de pérdidas de tiempo y caídas de sus jugadores, sin objetar nada a la disciplina defensiva que mantuvieron en torno a su meta. No hubo continuidad alguna en el juego y los locales pecaron de falta de picardía sumada a su impotencia.
Nada que reprochar a los jugadores del Entrerríos, que hicieron lo que creían que tenían que hacer, ralentizar al máximo el choque. Aunque sea discutible o no, están en su legítimo derecho de interpretar el fútbol así. Es más, cada vez está más extendido este tipo de comportamientos en muchos clubes de fútbol cuando el resultado les favorece.
Otra cosa es que quien tiene que ejercer la autoridad en el campo lo permita y sepa cortar a tiempo, sabiendo diferenciar lo que pueda ser un golpe serio o una lesión y lo que es teatro amparado en un fuerte grito. Esto le ocurrió esta vez a Entrerríos y Metelinense y mañana puede ocurrir a la inversa (con el Entrerríos desesperado) o en otros muchos campos. Por eso, desde aquí animamos a todos los equipos a que adopten actitudes deportivas y a los árbitros a que corrijan o enderecen aquellos comportamientos que se alejen de eso.